Un suelo sano es naturalmente más fértil. Protegerlo con una cubierta permanente es necesario para mantener su equilibrio biológico y permitirle retener y producir nutrientes esenciales para los cultivos.

El suelo alberga una gran cantidad de vida que debe ser preservada para mantener la tierra fértil y capaz de producir cultivos. Hay que tener en cuenta la cobertura del suelo durante todo el año con muchos métodos.

¿Beneficios de cubrir el suelo?

Una buena cobertura del suelo permite reconstituir el proceso natural que encontramos en forma de hojarasca en los bosques o en forma de plantas silvestres en los prados.

En la naturaleza, la materia orgánica, como las hojas muertas y otros restos vegetales, cae al suelo y es transformada por organismos vivos en la superficie y en el suelo.

Esta materia orgánica actúa como un escudo, cubriendo y protegiendo el suelo contra diversas agresiones climáticas. Una vez descompuesta, también tiene la función de hacer el suelo más fértil.

Si el suelo no se cubre y, por lo tanto, queda desnudo entre dos cultivos, se empobrece. La fauna que alberga se ve amenazada porque deja de alimentarse.

El suelo se compacta, pierde su capacidad de absorber agua adecuadamente y sus nutrientes son arrastrados (transportados por el agua de lluvia). Su parte superficial se ve alterada por la lluvia y el viento en invierno. En verano, el suelo se calienta demasiado rápido, se agrieta, las lombrices se quedan frescas en las profundidades y dejan de hacer su trabajo de airear las capas superficiales.

Un suelo constantemente cubierto requiere menos mantenimiento y menos herbicidas. Esto significa que las malas hierbas ya no compiten por el agua y los nutrientes con las plantas cultivadas.

El acolchado también reduce el riesgo de enfermedades causadas por hongos, como el moho, cuyas esporas pasan al suelo durante el invierno.

A finales de la primavera y el verano, si el suelo no está cubierto con un mantillo, las gotas de lluvia pueden rociar estas esporas sobre las hojas de los cultivos, contaminando las vides, lechugas o tomateras.

¿Cómo cubrir el suelo?

Hay varios métodos para cubrir el suelo:

  • Esparcir un mantillo orgánico para proteger el suelo, potenciar su vida biológica y aportar nutrientes al descomponerse. Una capa gruesa (de 5 a 10 cm según el mantillo) también frenará el crecimiento de las malas hierbas;
  • Sembrar abonos verdes. Según sus especificidades, estas plantas ayudarán a aflojar el suelo mediante raíces profundas y pivotantes, facilitando así la penetración del agua y del aire,
  • Plantar plantas tapizantes en el jardín ornamental. Estas plantas se extienden poco a poco, formando una alfombra que requiere poco mantenimiento. Impiden el crecimiento de las malas hierbas.
  • Diferentes tipos de mantillo y sus especificidades
  • La paja, las hojas trituradas, el cáñamo o la paja de lino proporcionan una cubierta rica en carbono. Estos materiales pueden utilizarse durante todo el año, pero hay que tener cuidado con la falta de nitrógeno a principios de la primavera. Esto puede ocurrir cuando un mantillo se incorpora al suelo, lo que provoca un desequilibrio en el suelo debido a un suministro de carbono demasiado rico.
  • Los recortes de hierba o los residuos de cocina (cáscaras de frutas y verduras cortadas en trozos pequeños) esparcidos directamente sobre el suelo son ricos en nitrógeno al igual que el compost. Pueden depositarse durante todo el año.
  • El estiércol fresco del ganado vacuno, equino o caprino debe esparcirse en otoño para que tenga tiempo de descomponerse antes de la futura plantación. El estiércol fresco aplicado en el momento de la plantación puede quemar las raíces de sus plantas.
  • Los mantillos minerales son muy duraderos. Además del aspecto estético de los guijarros blancos o de la pizarra triturada, un mantillo mineral asegura la conservación y la restitución del calor a las plantas más exigentes (plantas xerófilas, cactus).

Si necesita modificar las propiedades mecánicas del suelo, elija la mostaza, la facelia, el trigo sarraceno, el centeno o la avena, cuyas raíces aflojarán el suelo.
Plantas tapizantes
Las plantas tapizantes tienen un gran valor en el jardín ornamental porque limitan el crecimiento de las hierbas silvestres y se extienden rápidamente sin necesidad de mantenimiento. Pueden sustituir a la hierba donde no crece bien, cubrir la base de un seto o un árbol grande o plantarse en una zona alejada donde el mantenimiento es limitado.

Conclusión: Cubrir el suelo de forma permanente es de vital importancia en la jardinería natural. Así protegido, permanece vivo, más fácil de cultivar y mucho más fértil. Su ecosistema se conserva y es mucho más abundante que en un suelo desnudo, que acabará empobreciéndose y perdiendo toda su capacidad de producción. Cubrir y proteger el suelo es la mejor manera de respetarlo y de aprender a considerarlo de otra manera que un simple soporte de cultivo sin vida. Una vez recuperado el equilibrio, ¡te sorprenderán los resultados en tus cultivos!