La jardinería natural permite producir cultivos con buen sabor y buenos para la salud. Preservar la biodiversidad, proteger y nutrir el suelo y las plantas sin utilizar productos químicos son los fundamentos de la jardinería natural.

Todo lo que hay que saber sobre la jardinería natural

El jardinero forma parte de un todo, debes aprender a trabajar con la naturaleza en lugar de intentar controlarla. Preservando o fomentando la biodiversidad, el jardín recuperará un bello equilibrio que propiciará cosechas abundantes, sanas, sabrosas y ricas en nutrientes, pero también la obtención de un jardín tan lleno de flores que será admirado por todos.

Restablecer el equilibrio en su jardín

En la naturaleza, las plantas crecen sin intervención humana. El suelo, rico en vida y siempre provisto de materia orgánica, es capaz de recibir las plantas que se instalan en él de forma espontánea. Esta última noción es importante porque las plantas se instalan donde las condiciones son más adecuadas para su crecimiento. Algunas se conformarán con un suelo pobre y seco, mientras que otras necesitarán un suelo fresco y húmedo. Pueden crecer, florecer e incluso producir frutos de forma natural.

El jardinero suele hacer esfuerzos considerables para obtener un rendimiento menor. Al intentar hacer demasiado, a veces comete errores que provocan desequilibrios fundamentales que se traducen en una pérdida de biodiversidad, una ruptura del equilibrio entre presas y depredadores y la desaparición de los insectos polinizadores. Las malas prácticas de jardinería, como remover el suelo, destruir los ecosistemas o perseguir al más pequeño insecto con productos fitosanitarios, suelen tener resultados catastróficos en las plantas cultivadas, a las que les cuesta mucho más crecer que las que se dejan a su aire en la naturaleza.

Aprovecha lo mejor de lo que ya existe en tu jardín

Tener en cuenta lo que existe en un jardín es una noción fundamental para la jardinería natural. En cada jardín hay puntos positivos y negativos que hay que aprovechar o con los que hay que convivir. Algunos parámetros merecen ser observados especialmente.

-El clima, la naturaleza del suelo, la exposición son, por supuesto, importantes en la elección de las plantas que se pueden cultivar o no en ese jardín concreto.

Por ejemplo, plantar plantas tropicales o cítricos en una zona donde las heladas son frecuentes es una pérdida de tiempo, energía y dinero.

Es mejor elegir plantas adaptadas al suelo porque no necesitan aclimatarse. Observa las plantas que crecen espontáneamente, podrás deducir la naturaleza de tu suelo y, por tanto, elegir las plantas que crecerán mejor en tu jardín.

-La evaluación de la biodiversidad es también muy importante.

Una gran presencia de pájaros, mamíferos o reptiles es señal de un buen equilibrio.

Estos depredadores podrán hacer frente a muchas plagas de forma natural. Del mismo modo, si los insectos polinizadores están presentes en gran número, garantizarán una buena producción de frutas y verduras.

Por otro lado, si las enfermedades y las plagas están presentes en gran número, esto es una evidencia de un desequilibrio que tendrá que ser corregido mediante el fomento de la biodiversidad, entre otras cosas. La evidencia de un desequilibrio también puede provenir del estrés abiótico (cambio de ambiente) o de las plagas invasoras.

Facilitar la jardinería

Observar, favorecer la biodiversidad, tener muy en cuenta el suelo y crear zonas que acojan a la flora y la fauna naturales asegurará el retorno de un buen equilibrio en el jardín. De ello se derivará una facilidad de cultivo y mantenimiento para el jardinero, que tendrá que preocuparse menos por el mantenimiento y los tratamientos.

¡Todo se vuelve fácil, con el resultado de cosechas abundantes y suculentas y un jardín en plena floración!