Con esta guía, te damos consejos prácticos para ayudarte a hacer de tu jardín un oasis en flor y a utilizar el preciado recurso del agua de forma eficiente.

El riego adecuado desempeña un papel crucial en el desarrollo de las plantas.

Tanto si se trata de plantas de interior como de jardines ornamentales o de hortalizas, merece la pena profundizar en el tema del riego para poder desarrollar el enfoque de riego adecuado para su jardín.

¿POR QUÉ REGAMOS?

Todo el mundo sabe que nuestras plantas necesitan agua para sobrevivir. Pero, ¿por qué y cómo absorben el agua las plantas?

En este artículo, explicaremos cómo los nutrientes esenciales para la supervivencia pasan del agua a la planta y por qué la fotosíntesis simplemente no funciona sin agua. Pero paso a paso…

LA ABSORCIÓN DE AGUA SE PRODUCE A TRAVÉS DE LAS RAÍCES

Nuestras plantas absorben del suelo la mayor parte del agua que es tan importante para ellas. Para ello, la planta utiliza sus raíces.

Dependiendo del tipo de planta, el desarrollo del sistema radicular y la propia capacidad de la planta para absorber agua del entorno también varía:

  • Si una planta tiene un sistema de raíces profundo y extenso, tiene más posibilidades de acceder a la preciada humedad de su entorno. Muchos árboles y arbustos tienen un sistema radicular tan extenso y, por tanto, son prácticamente independientes de nuestro riego. Sólo en la fase de crecimiento tras su plantación, estas plantas necesitan nuestro apoyo para absorber agua. Al cabo de un año, la mayoría de los árboles y arbustos han crecido tan bien que, en circunstancias normales, no es necesario ningún riego adicional.
  • En cambio, si las raíces son simplemente finas y cortas, el agua sólo se puede extraer del entorno cercano para su absorción. Esto ocurre con bastantes plantas anuales y/o perennes. Si la sequía persiste, es necesario un riego adicional. Las plantas que responden rápidamente a la falta de agua dejando caer sus hojas, como las hortensias, las petunias o los girasoles, pueden actuar como plantas indicadoras y darle una mejor idea de cuándo regar. Con el tiempo, esto le ayudará a desarrollar un sentido natural de las necesidades de las plantas.
  • El llamado efecto capilar desempeña un papel esencial en la absorción del agua. A través del fino sistema radicular, los nutrientes disueltos en el agua son absorbidos por el núcleo de la planta. De este modo, todos los nutrientes esenciales entran en la planta para su posterior utilización. Los nutrientes importantes para las plantas son el nitrógeno (N), el fósforo (P), el potasio (K), el magnesio (Mg), el calcio (Ca) y el azufre (S). Hierro (Fe), manganeso (Mn), cobre (Cu), zinc (Zn), boro (B), molibdeno (Mo) y cloro (Cl).

NO HAY FOTOSÍNTESIS SIN AGUA

El dióxido de carbono, el agua y la luz solar absorbida del aire se utilizan para producir nutrientes que cubren las necesidades energéticas de la planta y sirven como material de partida para otras sustancias vegetales y, por tanto, para el crecimiento de la planta.

FACTORES QUE INFLUYEN EN EL RIEGO

Ahora sabemos por qué las plantas necesitan agua y las formas en que se les proporciona. Con estos conocimientos, ahora podemos aventurarnos a regar nuestras plantas nosotros mismos. La cantidad de agua que debemos suministrar depende de varios factores.

  • Evidentemente, es la propia planta la que determina la cantidad de agua que necesita. Hay plantas que son muy frugales y requieren muy poca agua, y también hay plantas que requieren un riego diario en determinadas condiciones. Por ejemplo, hortalizas como el ajo, la cebolla, las chalotas, los espárragos y las alcachofas necesitan poca agua, mientras que la calabaza, la lechuga, los tomates y las coles requieren mucha agua. Tenga en cuenta esta importante característica de las plantas en su planificación y adáptela a la ubicación dada.
  • La ubicación de tus plantas también afectará al riego suplementario. ¿Sus plantas están orientadas al norte o al sur, están expuestas al viento y a la lluvia o están protegidas? Todos estos son parámetros importantes que intervienen en la definición del riego personalizado. En lugares soleados y ventosos, las plantas evaporan mucha más agua y, por lo tanto, es necesario suministrarles mucha más agua.
  • Los distintos tipos de suelo difieren en su capacidad de almacenar agua. Los suelos arenosos, por ejemplo, pueden almacenar mucha menos agua disponible para las plantas y tienen una capacidad de retención de agua limitada. Los suelos arcillosos, por el contrario, son muy buenos para almacenar el agua de forma que esté disponible para las plantas. Un suelo arcilloso con una textura limosa y grumosa que se asemeja a los posos del café es ideal. Para mantener y mejorar el suelo, puedes añadir regularmente un poco de compost y removerlo en la superficie con una horquilla de excavación de vez en cuando. Al interrumpir la acción capilar de la superficie del suelo mediante el laboreo, la tierra evapora menos agua. Un efecto secundario positivo es que así se impide el crecimiento de las malas hierbas y se las socava.  El acolchado es mucho más fácil y requiere menos esfuerzo. El suelo se cubre con una capa de mantillo, que puede consistir en diversos materiales, como mantillo de corteza, hojas o recortes, y al mismo tiempo se le aporta materia orgánica. Así se reduce la evaporación del suelo y se puede llegar a regar mucho menos durante todo el año.
  • Cuanto más llueva, menos habrá que aplicar agua adicional. Por lo tanto, un pluviómetro tiene sentido en cualquier jardín para determinar exactamente la cantidad de agua que ha entrado en el jardín de forma natural. 1 mm de lluvia equivale a 1 litro de agua por m². Se sorprenderá cuando lea las cifras del pluviómetro: una lluvia intensa que dura unos minutos suele aportar menos agua que una fina llovizna que dura varias horas. El agua de lluvia también es mejor que el agua del grifo. No está tan fría, no contiene cloro y es definitivamente más barata: la solución ideal es instalar un depósito de recogida de agua de lluvia. Así se reduce el consumo de agua y se ahorra dinero.
  • Las plantas tienen necesidades diferentes en cada época del año. Piensa de antemano en las necesidades de las plantas en las distintas épocas del año y en las medidas de riego que deben tomarse. En otoño e invierno, las condiciones meteorológicas hacen que sea necesario regar menos que en primavera y verano, cuando la cantidad de riego debe adaptarse al clima.

ERRORES EN EL RIEGO

El lema «mucho ayuda a mucho» se ha convertido en algo casi proverbial, pero además de la cantidad correcta de agua.

Hay otros errores que se suelen cometer al regar las plantas:

  • Un error común de los jardineros es regar con una frecuencia demasiado alta. En este caso, las plantas no desarrollan su propio sistema de raíces para buscar agua a mayor profundidad y se vuelven dependientes del agua superficial que se les proporciona. La regla es: pocos riegos intensivos que lleguen a las capas más profundas del suelo son más útiles que muchos riegos pequeños que sólo rieguen la capa superior del suelo.
  • Una cantidad de agua mal medida puede, en el peor de los casos, causar daños a nuestras plantas. Si las plantas reciben siempre demasiada agua, aumenta el riesgo de encharcamiento y las raíces pueden pudrirse. Además, los nutrientes se eliminan innecesariamente. Además de un crecimiento deficiente, esto puede llevar incluso a la muerte de la planta. Compruebe de vez en cuando con una pala a qué profundidad está humedecida la tierra, en el huerto o en el césped esto es fácilmente posible. Además, utilice un pluviómetro, así podrá determinar fácilmente si necesita regar además de las precipitaciones naturales o no. Además, existen medidores de humedad para medir la humedad del suelo y determinar si debe seguir regando y cuánto.
  • Cuando riegue, especialmente en los meses de verano, asegúrese de hacerlo en el momento adecuado. Regar a primera hora de la mañana o al atardecer es mucho más tolerable para tus plantas y para tu bolsillo que hacerlo bajo el sol abrasador del mediodía. Esto se debe a que el agua se evapora con la luz del sol antes de que pueda filtrarse en el suelo y ser absorbida por las plantas.
  • Favorece la aplicación con la buena y vieja regadera, los sistemas de goteo en la base de la planta o los sistemas de riego empotrado para áreas más grandes. Rociar o pulverizar las plantas consume más agua y favorece las enfermedades, especialmente en tomates, patatas y judías.